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El Método Montessori
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El Método Montessori

Antes de empezar, piensa en cómo era tu clase. Visualiza el aula, las sillas, los pupitres y los materiales con los que trabajabas en la escuela.

En mi caso, recuerdo unas clases antiguas con sillas y pupitres de hierro y madera. Éramos unos veinte o veinticinco alumnos y la distribución era por filas, cinco por cada una.

Por supuesto, todos mirábamos al frente donde estaba la pared con la pizarra negra y la tarima que elevaba al profesor y su gran mesa de madera.

¿Lo tienes? Si te cuesta recordar cierra los ojos, no hay prisa. ¿Ya? De acuerdo, sigamos.

¿Quién inventó el Método Montessori?

En otra entrada del blog te hablé de María Montessori, su biografía y la mujer que había detrás del método. Por si no tuviste tiempo para leer o quieres ir al grano, te lo resumo.

María Montessori fue —entre muchas otras cosas— una médica y educadora italiana que a desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX una manera de educar a los niños.

Esta pedagogía se conoce como Método Montessori. ¿Quiere saber en qué consiste exactamente? ¡Sigue leyendo porque es realmente interesante!

¿Qué es el Método Montessori?

El método de enseñanza propuesto por María Montessori pone el enfoque en el propio niño o niña. La idea principal es otorgarles independencia para que ellos hagan las cosas.

El Método Montessori fomenta un crecimiento y auto-motivado para niños y adolescentes en todas las áreas de su desarrollo: cognitivo, emocional, social y físico.

El ritmo de aprendizaje lo marcan los propios estudiantes, pero guiados y evaluados por los profesores.

Esto no significa que los niños no tengan asignaturas, sino que se les ofrece una variedad de trabajos que hacer y ellos deciden en qué momento hacen cada uno.

Por ejemplo, en una misma clase y a la misma hora un niño puede escoger hacer primero algo relacionado con las matemáticas mientras otro trabaja la lingüística.

Los estudiantes son libres de elegir la actividad con la que desean trabajar, por lo que aprenden a tomar decisiones en función de lo que les interesa y lo que está disponible.

Si bien algunos niños elegirán naturalmente trabajar con otros, normalmente los estudiantes más jóvenes se enfocan en actividades individuales.

A medida que los niños crecen y maduran, el plan de estudios proporciona intencionadamente tareas para grupos pequeños y actividades colaborativas.

Vuelve a lo que te pedí al principio del texto. ¿Recuerdas cómo era la clase en las que estudiaste de niño? ¡Pues verás qué diferencia! Para llevar a cabo esta metodología las aulas Montessori tienen sus propias características.

Aulas especiales

Las aulas Montessori son inmediatamente reconocibles porque están cuidadosamente diseñadas. Ofrecen a los niños y niñas todo lo que necesitan para desarrollar sus capacidades.

Una clase preparada para esta metodología contará con mobiliario diseñado para niños. Por ejemplo, las sillas pesarán poco para que puedan moverlas ellos mismos de un lado a otro.

La intención es que el aula sea como su segunda casa, que el niño o niña se sienta cómodo y pueda hacer las cosas por su cuenta.

Desde vestirse y guardar su abrigo y zapatos hasta resolver una operación matemática, la idea es que el alumno no se sienta forzado a memorizar datos. ¿A que esto te suena?

Pero los estudiantes no solo trabajan de manera independiente, también hay tareas en grupo para que entre ellos mismos se apoyen y enseñen unos a otros.

Aula Montessori

Seguro que cuando tu estudiaste todos tus compañeros teníais la misma edad. Pero, ¿y si te dijera que en un aula Montessori estudian niños de distintas edades en una misma clase?

Las clases Montessori se forman con niños y niñas de grupos de edades múltiples, esto sirve para que los más pequeños aprendan de los más mayores y experimenten nuevos desafíos a través de la observación.

Al mismo tiempo, los niños mayores refuerzan su propio aprendizaje al enseñar conceptos que ya dominan. ¡Pero la cosa no acaba aquí!

El alumno mayor, al enseñar y ayudar al pequeño, desarrolla también habilidades de liderazgo y sirven como modelos a seguir.

El trabajo de cada estudiante es individual y por tanto progresan a su propio ritmo. No hay competencia entre edades sino cooperación.

Además, algo fundamental en este ambiente Montessori es que solo hay un juego de cada material para trabajar.

Por ejemplo, si un niño quiere utilizar unas tijeras, pero ya están ocupadas por un compañero, el niño tendrá que esperar para poder utilizarlas.

Esto será una constante en las clases, por lo que los alumnos aprenderán la idea de respetar a los demás y de esperar su turno.

Diferentes edades en la misma clase

Esta disposición de las aulas refleja la situación del mundo real, en el que las personas trabajan y socializan con otras de diferentes edades y disposiciones.

En cuanto al rango de edades, hay una clasificación establecida, pero en algunos lugares puede variar debido a las leyes de cada país.

En cualquier caso, la idea original para los grupos de edades es esta:

Bebés: dentro de un rango de nacimiento – 18 meses

Niños pequeños: dentro de un rango de 15 meses a 3 años

Primera infancia: de 3 a 6 años

Primaria inferior: de 6 a 9 años

Primaria superior: de 9 a 12 años (o una combinación de primaria inferior y superior, de 6 a 12 años)

Secundaria: de 12 a 15 y de 15 a 18 años

El niño, su propio profesor

En el método Montessori el niño se convierte en su propio maestro, ya que este tipo de enseñanza permite que los niños tomen sus propias decisiones basándose en la motivación interna.

No hay un adulto que esté constantemente dirigiéndole e indicándole el camino a seguir.

Seguro que recuerdas alguna asignatura que a ti o a un compañero de clase le resultaba más difícil que al resto, ¿verdad?

En las aulas Montessori se utilizan sesiones de tiempo de libre elección. En otras palabras, se establece un período de trabajo ininterrumpido que reconoce y respeta las variaciones individuales en el proceso de aprendizaje.

El ciclo de trabajo de un niño implica seleccionar una actividad, realizar la tarea durante el tiempo que esté interesado en ella, limpiar la zona y recoger los materiales para finalmente devolverlos a su sitio. Después pasaría a realizar otra actividad.

Alumno Montessori

El período de trabajo ininterrumpido facilita el desarrollo de la coordinación, concentración e independencia. Pero, ¿qué hay de los profesores?

En un aula Montessori el profesor no tiene una tarima, una mesa y tampoco explica una lección para toda la clase. ¿Sabes por qué?

El profesor, solo un guía

Lo primero que debes saber es que en el método Montessori no suelen llamarle maestro o profesor. ¡Sí, como lees!

A esta figura adulta se le llama “guía”. El profesor es un guía que, durante el período de trabajo, apoya y supervisa el trabajo de los estudiantes.

Evidentemente el alumno necesita información previa para poder hacer las tareas, ¡nadie nace aprendido!

Pero como te comenté antes, el profesor —o guía— no da una clase general para todo el mundo. En su lugar, el adulto va niño por niño y da lecciones individuales o en grupos muy pequeños.

En resumen, la educación Montessori es dirigida por los estudiantes y a su propio ritmo, pero guiada, evaluada y enriquecida por estos profesores.

El método Montessori defiende que el profesor debe guiar al niño o niña sin dejar que este sienta la presencia del mismo. Es decir, guiarle sin que se dé cuenta.

El profesor debe estar preparado para ofrecer la ayuda en caso de que el alumno la necesite, pero nunca suponer un obstáculo entre el niño y la experiencia de autoaprendizaje.

Escuela Montessori

Método Montessori en casa

Si bien el método Montessori exige que los profesores tengan una preparación, ¡tú también puedes tener un ambiente Montessori en casa!

Lo primero, y como te podrás suponer, es muy importante tener todo organizado. Cada cosa debe tener su sitio, pero eso sí, el niño o niña debe tener acceso a las cosas.

Tener un ambiente organizado también ayuda al niño a centrarse en la tarea a realizar, ya que no encontrará distracciones a su alrededor.

¡Haz las cosas más simples! Te pongo un ejemplo, en lugar de guardar los juguetes en cajas cerradas y apiladas unas encimas de otras; utiliza estanterías o bandejas.

De esta manera los niños podrán acceder a sus cosas sin problemas y, evidentemente, también pueden guardar cada cosa en su sitio.

Tampoco hace falta que tengan cientos de juguetes a su disposición. Puedes tener varios juguetes educativos y a medida que crezca el niño o niña los cambias para mantener su interés.

No solo te aseguras un espacio más limpio y organizado, sino que te permite adaptar los juguetes al crecimiento de tus hijos.

Hay algunas marcas como Ravensburger o Headu tienen en su catálogo juguetes Montessori, que están diseñados para este método de aprendizaje o inspirados en el mismo.

Este es un ejemplo para la hora de jugar, ¡pero el método Montessori se puede aplicar a todo!

Recoger el plato de la mesa, lavar los cubiertos, escoger qué ropa ponerse… el método Montessori no es solo una pedagogía, es una filosofía de vida.